Una historia de amor animal.
Aquella radiante mañana de mayo, Marta decidió salir a pasear con su perro Trisky por el espeso bosque que rodeaba su solitaria casa. Ella tenía quince años y su perro cinco. La chica y su perro eran inseparables, no necesitaran hablarse para saber qué estaban pensando el uno y el otro.
Pero aquel día era diferente y Marta no sabría por qué. Cuando ella y su perro llegaron a uno de los claros de aquel espeso bosque observó una conducta extraña en el perro. Y el perro empezó a olisquear a redor de ella , a ponerse nervioso. Ella decidió soltar al perro para darle la posibilidad de mostrarle que es lo que lo ponía tan nervioso. El perro comenzó a emitir unos gañidos tan lastimeros que hizo temer a Marta que estuviese herido en alguna de sus patas. Pero el tenía sanas todas sus patas.
Su perro empezó a correr y guió a la chica a través de los matorrales del espeso bosque. Ella muy sorprendida, pudo ver de qué se trataba. Mas tarde vio cómo el perro se acercaba a una madriguera, donde se escuchaban unos ansiosos lloros caninos.
Papá ha sido mi perro!!! - gritó Marta emocionada. Seis pequeños cachorritos mamaban con fruición de su mamá, con ojillos llorosos miraba fijamente a los pequeños perros ignorando al ilusionado padre que había rastreado el olor de sus hijos hasta encontrarlos en aquel bosque.
Marta, llena de ilusión, decidió que adoptaría a los seis cachorritos de su perro y los criaría hasta conseguir un hogar en el que los cuidasen adecuadamente. Mientras no fuesen mas grandes, tanto Marta como su perro Trisky disfrutarían de la felicidad con los pequeños perritos y finalmente la madre tendrá que volver a aquel oscuro, y solitario bosque.
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